ABELLÁN GARCÍA, José Luis
Nació en Madrid el 19 de mayo de 1933. Estudió el bachillerato en el Instituto Ramiro de Maeztu de su ciudad natal y, concluido éste en 1950, pasó a la Universidad Complutense, donde se licenciaba en Filosofía en 1957, obteniendo el doctorado tres años más tarde. En 1961 se diplomaba en Psicología en la Escuela de Psicología y Psicotecnia. De 1961-1963 fue profesor visitante de Humanidades en la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico y de 19631965 Lector de español en «Queen's University», Belfast (Irlanda del Norte). Nuevamente en España, de 1966-1968,
fue Profesor ayudante en la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de la Universidad de Madrid; de 1967-1974, profesor de «Historia de España Contemporánea» en el «Vassar Vesleyan Program» de la misma ciudad, y a partir de 1973 Profesor adjunto en la Cátedra de Historia de la Filosofía Española de la Universidad Complutense. J. L. Abellán ha sido además becario de la Fundación Juan March (1976), y pertenece a numerosas sociedades filosóficas nacionales y extranjeras, entre otras a la Sociedad Española de Filosofía, Ateneo Puertorriqueño, Irish Philosophical Club de Belfast (Irlanda), habiendo participado, asimismo, en numerosos congresos.
Abellán fue miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO en España de 1983 a 1985 y representando a su país en París desde el 1983 a 1985. Fue presidente de la Confederación Española de Clubs UNESCO. Entre los premios y honores recibidos destacamos: el premio de ensayo El Europeo, en 1975 por su libro El erasmismo español; la medalla de plata de la UNESCO, el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de ensayo y la Orden de Don Quijote en Estados Unidos en 1981; la Orden de Alfonso X el Sabio, recibida en 1998. Del año 2001 al 2009 presidió el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. entre los diversos homenajes recibidos, la Universidad de Murcia homenajea a nuestro autor los días 8 y 9 de marzo de 2010, con un congreso que pretende profundizar en el pensamiento y la obra del profesor.
La obra de José Luis Abellán ha obtenido el reconocimiento unánime de la crítica filosófica, tanto de España como de las principales universidades extranjeras. Citado a menudo por su imprescindible y vasta Historia crítica del Pensamiento español, este catedrático de Historia de la Filosofía Española de la Universidad Complutense de Madrid ha intervenido de manera específica sobre los autores imprescindibles de la literatura y el pensamiento españoles, como Unamuno, Ortega, Zambrano, Machado y en general de toda la cultura española exiliada. La trayectoria intelectual de J. L. Abellán se halla manifiestamente influenciada, según él mismo ha declarado alguna vez, por su circunstancia vital. En efecto, los años de su infancia transcurridos en Avila (1933-48), ciudad íntimamente religiosa, pusieron en él las bases de una actitud eminentemente inquieta por el sentido de la vida en su significación religiosa, despertando su preocupación por la mística, el erasmismo y fenómenos espirituales afines. Después, su paso por las aulas universitarias madrileñas produce un acercamiento a esos temas desde el existencialismo y el historicismo, lo que genera simultáneamente un creciente interés por la historia de la filosofía, y a su través por el estudio de la crisis de nuestro tiempo, leit motiv de su preocupación filosófica orientada hacia una búsqueda de su solución, mediante el análisis y utilización de las ciencias sociales de nuestro tiempo; por último, sus estancias en Puerto Rico e Inglaterra lo llevan al descubrimiento de la cultura hispánica como una unidad indivisible, y al de la cultura y filosofía anglosajonas como dos modos de entender respectivamente la vida y la cultura radicalmente distintos entre sí.
Estas experiencias lo conducen a un replanteamiento de la historia de la filosofía como historia de las ideas, en relación con el sentido de la filosofía española en un mundo en crisis, que sirva a su vez para remontar esa crisis. Este nuevo sentido de la filosofía está en relación, según el parecer de nuestro autor, con el significado que ha tenido secularmente el pensamiento filosófico en el ámbito del mundo hispánico, y dentro de éste particularmente con la función de la razón en una sociedad que parece haber perdido los valores absolutos como elemento referencial de la conducta humana, la función de una razón que aspire a dar sentido a la vida y que, sin renunciar a las conquistas de la ciencia, sepa asimilar también los factores irracionales de la existencia. Más concretamente: la razón pura, impuesta hegemónicamente en el ámbito de la filosofía europea sobre el modelo de las ciencias naturales, está en crisis. La polémica de la racionalidad tiene ahí su razón de ser y su origen inmediato. De aquÍ la contraposición actual entre razón subjetiva y objetiva, razón mecánica y razón dialéctica, razón analítica y razón comunicativa; no ha sido otra en definitiva la inquietud de la filosofía española a lo largo de toda su historia: una filosofía que no ha creído nunca en la razón pura para la solución última de los problemas del hombre y de la vida. En consecuencia, una filosofía que ha intentado desentrañar el misterio del mundo y de la realidad, mediante una indagación que está a caballo entre la literatura, la mística y la poesía. Por eso, el problema de unas relaciones entre la filosofía y estas otras ramas de la cultura, es precisamente el problema de una racionalidad que dé razón global de la realidad y que no nos ofrezca sólo un muñón de la misma, como hasta ahora ha venido haciendo la filosofía occidental. El auge de la literatura y de la mística ha podido ser así un tradicional obstáculo en el desarrollo de la filosofía española, que ahora puede convertirse -paradójicamente- en una gran ayuda para salir de la crisis en que se halla la razón ilustrada; de aquí que Unamuno nos hable de una razón social o común, Ortega de una razón vital o histórica y María Zambrano de una razón poética. Indagar en ese problema, que es el problema clave de nuestro tiempo, es a la vez poner de relieve la importancia que hoy puede tener una historia de la filosofía española hecha con sentido de actualidad.